He vivido mucho Serguei, de haber seguido el curso normal puede que ahora fuera una abuelita estupenda, no debes dejar que te engañe este cuerpo joven. Nací en 1923, en un pueblo de la costa de Inglaterra. No recuerdo a mi madre, murió cuando yo era muy pequeña. Cuando cumplí los doce años, en el invierno de 1935 mi padre me dijo que teníamos que irnos a Noruega.
Nos vinimos a vivir a este bosque, a una cabaña cerca del fiordo, y parece que aquí mi padre fue superando su tristeza; consiguió un trabajo en el pueblo de Sköyen mientras que yo iba a la escuela. Todo iba bien hasta que una noche él no volvió. Recorrí el bosque de noche con la esperanza de encontrarle, pero nada. Mi padre no podía haberme abandonado, y si estaba vivo volvería, así que decidí esperarle. Fue mi error.
No fue fácil sobrevivir sola, no tenía recursos, solo el bosque, y aprendí a correr con mucha facilidad por entre los árboles, a cazar pequeños animales y a pescar, no muy bien pero lo justo para sobrevivir. Unas personas vinieron a buscarme para llevarme a un hogar, pero me escondí bien en la espesura. Así que pasaron los meses y él no regresó, pero tampoco volvieron los del orfanato.- Hizo una pausa- Fue una época muy dura, el invierno estaba cerca y se me agotaba el tiempo. Tenía muy poco peso y era muy endeble. Estaba sola, y comencé a hablar sola también, con los árboles, con los pájaros... había momentos en que rozaba la locura. -Le miró con sus profundos ojos azules y sonrió encogiéndose de hombros. Serguei la miró y deseó cogerla de la mano... pero no se atrevió al verla tan inmersa en sus recuerdos.
- Una noche un hombre extraño llamó a la puerta de mi cabaña. Abrí la puerta y una sombra cayó sobre mi y me dejó inconsciente. Él me llevó lejos de aquí, a otro pueblo que yo no conocía y me instaló en una gran casa de campo rodeada por un complejo y antiguo jardín que la apartaba de las miradas curiosas. Sören, era un hombre extraño, vestido con un guardapolvos negro y un pañuelo a modo de corbata, parecía haber salido de 1800. Tenía los ojos verdes, la piel suave y muy fina, como su cabello castaño claro. Pese a la forma en que me había atacado golpeándome en la cabeza con una rama de gran tamaño parecía tener modales refinados, y hablaba de una forma pausada y deliciosa. Me dijo que tenía planes para mi, pero que antes debía ganar peso y desarrollarme, que viviría con él hasta que llegara el momento. A pesar de su caballerosidad yo pensaba que después de haberme raptado me iba a vender o algo así, como quien engorda a un cerdo para la matanza. Pronto descubrí que aquel hombre tenía hábitos extraños, solo le veía cuando el sol se había ocultado, pero me trataba bien así que poco a poco fui olvidándome de mis temores a base de comodidades. Cuando gané peso comenzó a adiestrarme en ciertas técnicas de lucha, cosas muy básicas pero que yo desconocía. Me habló del mundo, de su crudeza pero nunca permitió que una radio o un periódico llegaran a mis manos. Casi nunca hablaba de sí mismo. Fue un profesor exigente pero con grandes dosis de autocontrol. Vivimos en aquella casa durante varios años junto a unos criados muy callados y serviciales. Para cuando cumplí los diecinueve entre aquel extraño y yo se había formado una insólita relación puesto que aunque yo no sabía el porqué de sus enseñanzas le apreciaba por todo aquello. Gracias a él me había desarrollado como persona y no había caído en la locura del bosque. Él me había criado, no como un padre pero sí como un amigo y sucedió que con el tiempo comencé a mirarle de otra manera, y descubrí que de alguna forma le amaba. Era un amor extraño e infantil, una ensoñación más que una realidad.
Un día me dijo que mi única tarea del día sería arreglarme y disponer mi cuerpo de la forma más bella y que más me gustara. Debía estar radiante porque iba a ser el gran día. Me bañé cuidadosamente, me perfumé, me arreglé las uñas y me depilé el cuerpo con una navaja. Me maquillé con carmín rojo y un poco de sombra azul para los ojos. Me puse un largo vestido de color azul y me miré al espejo por última vez antes de bajar al comedor. Me había convertido en una muchacha saludable, con un hermoso cabello pelirrojo que caía por los hombros, senos no excesivamente grandes pero firmes, y amplias caderas sostenidas por unas piernas quizá demasiado musculosas pero efectivas para el campo a través. El toque femenino lo daba el vestido ceñido a la cintura, y con un poco de escote. Bajé al comedor, como siempre él no quiso cenar.
Aquella noche no pude probar bocado, estaba muy nerviosa, él parecía muy tranquilo y sosegado. Me habló del equilibrio en la naturaleza, me dijo que había personas que defendían los bosques de la invasión humana. Me dijo que vivir para siempre era un acto malvado, pero que había momentos en la vida en que merecía la pena condenarse por una buena causa. Yo le escuchaba sin comprender apenas nada deseando que susurrara lo que yo esperaba oír. Salimos al jardín, había luna llena; se acercó a mi, y me cogió del mentón, me acarició la mejilla y sonrió satisfecho.
"Ha llegado la hora Noreen, te he enseñado todo lo necesario, te he alejado de las voces de los poderosos, de las falsas ideologías, de la guerra que asola al mundo... Ya eres una mujer, hermosa y justa. Rápida y salvaje. Y yo no puedo ignorarlo, chiquilla mía..." Me abrazó y sus dedos se enredaron en mi pelo, acariciándome la nuca fue aproximándose más hasta que sus labios rozaron mi cuello. Yo me estremecía, notando cómo me besaba, entonces fue cuando clavó fuertemente sus colmillos en mi cuello y comenzó a beberse mi sangre, pero yo no me daba cuenta, tan solo me retorcía entre sus brazos sintiendo su beso apasionado en mi cuello... -Noreen cerró los ojos recordando el momento y prosiguió con su relato.- Me dejó medio muerta, más pálida que la luna, tumbada en aquel banco de piedra fría...
Le amaba, solo sabía que le amaba, y en aquel momento sus palabras parecían huecas, vacías...no las comprendía. Los sonidos llegaban distorsionados, las imágenes borrosas, creí que todo era un sueño, pero era real. Oía la voz susurrante y clara de Sören, parecía tan feliz...pero se dejó llevar y por primera vez habló demasiado. "Noreen, merece la pena condenarse por una buena causa...el fin justifica los medios...tu padre habría estado orgulloso." Entonces aquello hizo que se encendiera una chispa en mi cerebro, una posibilidad, una idea se fue extendiendo lentamente, y se hizo más y más grande. Nos miramos a los ojos, y vi la verdad en el brillo malévolo en sus ojos azules, una mirada que nunca se me había antojado tan perversa porque quizá yo misma no había querido ver la realidad.
- Mi padre....Tú le mataste...- acerté a preguntar casi susurrando, muy débil y el éxtasis que me había recorrido por su "beso" había desaparecido por completo. Sören asintió con una sonrisa, como si hubiera estado esperando que se descubriera la verdad desde hacía mucho. Había sido él y no se arrepentía en absoluto. Me di cuenta de que yo estaba llorando y que me sentía tan tonta y tan sucia...El odio me embargó y me dio fuerzas para seguir, para no desmayarme aun con la falta de sangre. Y cuánto le odiaba...
- ¿Por qué? -le agarré por el cuello demasiado débil para estrangularle y abatida por el dolor.
"Sin tu padre aprendiste a valorar el bosque y su riqueza. Sobreviviste sola, una persona tan fuerte no merecía ser desperdiciada, por eso te traje aquí y te enseñé...Falta muy poco para que alcances la perfección."
Entonces me di cuenta de lo frío que había sido, calculador hasta el límite, era un monstruo. Estaba en las manos de un psicópata y no podía correr. La luna ahora no era hermosa, sino tétrica. Pero ignorando mi odio, mi repugnancia, él prosiguió el ritual. Sacó un largo cuchillo y se cortó las venas de la muñeca. "Ahora toma mi sangre." Aquel líquido caía sobre mi vestido, y terminó por corromper todo lo bello y puro de aquella noche.
- ¿Qué eres en realidad?.
"Un vampiro"
La palabra no me asustó no tenía tiempo para asustarme. Liberé las manos de su cuello y lentamente cogí el largo cuchillo que había dejado entre los pliegues de mi vestido. Lo oculté un poco más. Pronto habría venganza. Ahora era yo la que estaba helada y tiritaba de frío, pero no solté el cuchillo. Mi respiración de haber sido muy rápida y exaltada ahora se volvía más y más pausada...
- Me muero...-murmuré.
"Claro que te mueres, necesitas beber mi sangre, solo eso puede salvarte ahora. Sé una chica buena y bebe."
- ¡NUNCA!- y guiada por el instinto le clavé el cuchillo en el corazón. Él se quedó paralizado, vi el terror en sus ojos, pero no la muerte. Simplemente se paralizó cayendo sobre mi a plomo. No tenía otra salida que beber, esa era la realidad, eso o morir. Quizá el sol le mataría pero para entonces yo también estaría muerta...Los segundos pasaban lentamente, la vista se me iba...
- ¿Qué pasaría si me la bebo toda...?-Sus ojos se abrieron como en un espasmo y supe que eso también podría matarle. Le vi tan indefenso que casi sentí pena... y me pregunté cuánto habría sufrido mi padre antes de morir. Cogí su muñeca y deje que la sangre acariciara mi garganta. Y tras el primer trago seguí y seguí ya no solo por venganza sino porque era como una droga, necesitaba más y más. Notaba como mi cuerpo sanaba, cómo ya no me costaba respirar...pero también escuché algo, algo que se apagaba...la conciencia de Sören. Se moría por segunda vez.
Bebí y bebí hasta que descubrí que le había matado, y que él me había Condenado. No sabía qué hacer, no podía quedarme allí ni un instante más, en aquella casa maldita, con el vestido manchado de sangre. Los recuerdos me torturaban. ¿Qué había hecho?. Me escapé y corrí como nunca lo había hecho. Luego me di cuenta de que mi rapidez se debía a que no me fatigaba, no respiraba. En qué me había convertido, tenía mucho miedo, me negaba a creer que ahora yo también era vampira, como aquel a quien tanto despreciaba. Pronto descubrí un irracional miedo al fuego, me era imposible comer nada, y durante el día me escondía del sol... él había matado mi cuerpo, pero no mi alma, y cuánto sufría. Comencé a recorrer los caminos en busca de mi bosque, el único hogar que conocía. Luego vinieron cosas peores, la Sed, ese descubrimiento fue terrible, necesitaba beber, la ansiedad me consumía, lo necesitaba, pero no quería matar. Me despreciaba por mi debilidad, beber sangre era un acto repugnante y aún no había asumido muy bien en qué me había convertido pese que estaba segura de ser vampira. En esos momentos te pones a pensar en si es verdad que hay un dios, y adónde irán los vampiros entonces, ¿hay un cielo o un infierno para nosotros después de esta no-vida? No lo sé, pero mi humanidad era todo lo que me quedaba y luché por ella. Y entonces una noche, escuché una voz seductora y animal, era la Bestia, pero aquello no era instinto, era simplemente la Bestia interior, el legado de Sören. Me dijo que la dejara hacer a ella, que me ocultara en las sombras de mi mente, que ella tomaría el control y bebería por mí... yo estaba aterrorizada. Entonces esa noche me acerqué a una granja y me colé en el establo. Y probé matar una gallina. Fue fácil para mí ahora que tenía los reflejos agudizados. Me la bebí y todo terminó. Descubrí que la sangre me sentaba bien, que mejoraba mi humor, que no era tan terrible como esperaba. Y la Bestia se calló y me dejó tranquila. Me refugié de nuevo en el bosque, pero esta vez era mucho más fuerte y todo fue más fácil.
Serguei la había escuchado en silencio, tomando cada detalle y sintiendo que uno de los muchos muros que les separaban se había roto.
- Así que deberías rondar los setenta y tantos...Me parece increíble. Has debido sentirte muy sola. Pero eso era hasta hoy ¿no?
Noreen le sonrió, su mano se acercó más a la suya pero no se atrevió a tocarle. Era la primera vez que le contaba su historia a un humano, a un mortal que aún comprendía la palabra humanidad.
La claridad que anuncia un nuevo día tiñó el cielo e hizo desaparecer las estrellas, la luna quedaba ya muy lejana.
- Amanece, debo irme.- ella se incorporó y de un salto alcanzó una rama cercana, viajar casi volando era mucho más rápido.
- ¿Volveré a verte?- preguntó el ruso clavando sus hermosos ojos castaños en los suyos. Noreen siguió con la mirada sus ojos, su boca y la línea de su mandíbula hasta fundirse con el cuello. Ahora que había un poco más de claridad se apreciaban mejor sus rasgos.
- Por supuesto.- aseguró ella y saltó de rama en rama hasta su refugio antes de que los rayos del sol la tocaran. Pronto se encontró en su guarida excavada bajo tierra, cerró los ojos echa un ovillo y notó cómo el familiar sopor de la muerte la relajaba...pero muerta era incapaz de soñar.
Por Noreen Gaard
Escrito por Ka| a las Julio 22, 2004 12:55 AMVampiresa... tengo que corregir siempre, perdón.
Me encanta, está muy divertido leer esto.