En el transcurso de nuestras vidas somos atravesados por tecnologías que influyen sobre nuestros patrones cognitivos.
Sin embargo, la compleja dimensión que está adquiriendo la simbiosis hombre-máquina genera algunos interrogantes:
¿Cómo releer la interdependencia entre tecnología y cultura, y rastrear entornos inteligentes de procesamiento de la información? ¿Qué relevancia adquieren las comunidades virtuales en este proceso?
Una aproximación a la inteligencia colectiva
Redes reticulares de comunicación, mundos virtuales que crecen y se reproducen, datos que se procesan en fracciones de segundo alterando nuestras prácticas; este es actual escenario tecnocultural.
En un principio, para pensar la relación entre tecnología y cultura nos interesa la emergencia de inteligencia(s) colectiva(s). Empero, es necesario establecer qué implica la aparición de una inteligencia colectiva. Tal vez nos ayude a orientarnos el concepto de ecología cognitiva de Pierre Lévy: "Las tecnologías intelectuales descansan fuera de los sujetos cognitivos, como esta computadora en mi escritorio o este libro en sus manos. Pero también están entre los sujetos como los códigos compartidos, los textos que circulan, los programas que se copian, las imágenes que se imprimen o se transmiten por vía hertziana".
Las concepciones de Lévy contemplan una inmensa red que piensa en forma múltiple, en la que cada nodo es un entrelazado discernible formado por partes heterogéneas y así sucesivamente hasta arribar a una deriva fractal sin fin ¿Será que las tecnologías intelectuales evidencian una vinculación de ajuste fractal entre objetos y sujetos?
Simbiosis hombre-máquina
Algo que podríamos preguntarnos es si estas "tecnologías intelectuales" que describe Lévy están configurando actores-red, agentes sociales del conocimiento. El diseño de las interfaces es una muestra, bastante ilustrativa, de nuevos modos de concebir a los actores a través de artefactos culturales: "Estas interfaces -dice Lévy- han conseguido transformar los dispositivos complejos de tecnologías intelectuales y de medios de comunicación que aún hoy se denominan sistemas informáticos, volviéndolos más amigables, mejor imbricados con el sistema cognitivo humano".
Estamos coexistiendo con imágenes numéricas, mundos hipermetafóricos que redimensionan nuestras identidades e interactuan con nuestro accionar. Una palabra clave aquí es control. En términos de Derrick de Kerckhove: "El límite entre dentro y fuera ha comenzado a desdibujarse. La grave duda que asalta a los psicólogos cognitivos es si cuando usamos el ordenador somos el amo o el esclavo, o un poco ambas cosas" .
Cuando interactúamos en la Web, de pronto nos vemos inmersos en organismos inteligentes. A la hora de utilizar un software, o formar parte de una comunidad virtual llevamos a cabo una serie de instrucciones y ejecutamos acciones específicas con el fin de resolver determinados problemas. Sin embargo, ¿somos usuarios de dichos programas o meras extensiones de ellos? ¿Integramos mundos virtuales por voluntad propia o seguimos ciertos parámetros predeterminados? ¿Cuál es nuestro lugar en estas redes colectivas?
Un panorama alentador podría ser considerar la simbiosis hombre-máquina en términos de complementariedad, reciprocidad e interdependencia. Las investigaciones en el campo de la inteligencia artificial (IA) avanzarían en esta dirección. Hablamos de díalogos complejos entre la tecnología computacional y el cerebro, donde ambas partes se codeterminan.
Como menciona Piscitelli "(...)los esfuerzos de reemplazar a los humanos por las computadoras no solo parecen descabellados sino que están en las antípodas de la agenda actual de la inteligencia artificial. Porque todos los programas comerciales que se están desarrollando no buscan justamente sustituirlos sino por el contrario complementarlos".
En este contexto, si el espíritu del hombre convive -en el campo de la investigación- con la materia de la máquina para producir conocimiento, entonces los agentes sociales avanzan en la conformación de masa crítica.
Comunidades virtuales
Y ¿qué decir del auge de comunidades virtuales en la era digital?
Si hablamos de hibridación por parte del individuo respecto de las máquinas, el cuerpo y la identidad misma se ve re-significada. Extensiones electrónicas potencian la descorporeización del sujeto y prolongan nuestros sentidos. En el nucleo de las comunidades virtuales podemos descifrar nuevos mundos paralelos que están a merced de la comunicación humana: gestualidades digitales, juegos de rol, escenarios simulados, etc.
La posibilidad de experimentar estas transformaciones está en en centro de las ciberculturas. Al ver a través de la materia, el tiempo y el espacio, nuestro experiencia psicológica es rediseñada... Estamos sumergiéndonos en nuevos intercambios, donde el contacto es virtual pero los sentimientos son reales...¿Hasta qué punto?
Pero no sólo la experiencia de trance adquiere relevancia en este escenario. Las comunidades virtuales, de alguna manera, también resultan nuevas formas de gestionar el conocimiento. El diálogo con otros participantes de las redes se va autoorganizando y realimentando para producir dicha masa crítica ¿Somos realmentes conscientes de ello ó simplemente está cada vez más naturalizado? No lo sé, habrá que investigarlo.
Referencias
De Kerckhove, Derrick. La piel de la cultura: Investigando la nueva realidad electrónica. Barcelona, Gedisa, 1999.
Lévy, Pierre. Las tecnologías de la inteligencia. El futuro del pensamiento en la era informática. Buenos Aires, Edicial, 2000.
Piscitelli, Alejandro. Ciberculturas 2.0. En la era de las máquinas inteligentes. Buenos Aires, Paidós, 2002.
Rheingold, Howard. The virtual Community: homesteading on the electronic frontier. U.S.A., Addison Wesley, 1993.