Venecia introdujo el concepto de patente en el año 1474. Los infractores eran multados con 100 ducados.En 1982, Jack Valenti, lider de la Motion Picture Association of America, declaró ante el Congreso estadounidense que "los videograbadores son para los productores de películas y para el público estadounidenses como el estrangulador de Boston es para la mujer que se encuentra sola en su casa".
Al día siguiente de que el senador Orrin Hatch declarara que "destruir sus máquinas" es la única forma de acabar con las descargas ilegales, se encontró software sin licencia en su sitio web.
Bill Gates es el propietario del Archivo Bettmann de 11 millones de imágenes, que permanece encerrado a más de 60 metros de profundidad. Los estudiosos sólo pueden acceder al 2% que fué digitalizado en primer lugar.
Entre las 16.000 personas que han sido denunciados por compartir archivos de música se encuentra una mujer de 65 años que, aunque no posee ningun programa de descargas, fué acusada de compartir 2.000 temas, entre ellos "Soy un gamberro" del artista de hip-hop Trick Daddy. Fué condenada a pagar hasta 150.000 dólares por canción.
La sucursal británica de Microsoft puso en marcha un concurso para buscar el mejor film que tratara el tema "el robo a la propiedad intelectual". Los finalistas tuvieron que ceder "todos los derechos de propiedad intelectual" en "condiciones aceptables para Microsoft".
Sólo el 5% de las patentes acaban teniendo algún valor comercial real.
En 2002, Jack Valenti describía la campaña contra la piratería que llevaba a cabo Hollywood como "nuestra propia guerra contra el terrorismo".
El clásico documental sobre derechos civiles "Eyes on the Prize" no puede ser emitido o vendido porque gran parte de su metraje tiene copyright.
Para prevenir el pirateo de la película "Harry Potter y el Cáliz de Fuego", un cine de Montreal chequeó a los espectadores con detectores de metales y gafas de visión nocturna y registraron las bolsas de palomitas en busca de cámaras de video.
La propiedad intelectual en EE.UU. está valorada en 5.5 billones de dólares, lo que equivale al 47% del PIB estadounidense y superior al PIB de cualquier pais del mundo excepto China.
Al aprobar el Acta de Extensión del Copyright de Sonny Bono, el Congreso estadounidense añadió 20 años más a los derechos de copia. La canción “I Got You Babe” no pasará a ser de dominio público hasta el año 2061.
Hay 91 patentes pendientes que llevan el nombre de Donald Trump, incluyendo “Donald J. Trump la Fragrancia” y “Cerveza Rubia de Trump”. Intentó sin éxito patentar la frase "Está despedido".
Casi el 20% de los 23.688 genes humanos conocidos están patentados en los Estados Unidos. Las empresas privadas poseen el 63% de esas patentes.
La viuda de Huey Newton quiere patentar la frase "Burn, Baby, Burn" para usarla como eslogan de una salsa para barbacoa.
El último capítulo de la disputa durante 13 años acerca del título "La Ciudad del Surf, USA" fué ganado el año pasado por Huntington Beach (California). Un senador de Santa Cruz replicó que "no se puede patentar un estado mental" y propuso una resolución del Senado estadounidense que declarara que su ciudad era la auténtica Ciudad del Surf.
El ex-boxeador George Foreman ha ganado 113 millones de dólares por ceder su nombre a una parrilla.
El año pasado, Mister Softee gastó 170.000 dólares en perseguir y denunciar a 45 empresas de la competencia por copiar sus camiones azul y blanco y por usar su jingle (cancioncilla promocional)
Existen "patentes sensoriales" como un pato cloqueando (AFLAC), un león rugiendo (MGM), cantar al estilo tirolés (Yahoo!), reirse de forma espasmódica (Pillsbury) y una "secuencia de giro preprogramada de una pluralidad de columnas de luz de alta intensidad proyectadas en el cielo con origen localizado en su base" (Ballantyne of Omaha)
El grupo the Planets fué amenazado con ser llevados a juicio por incluir un tema de 60 segundos de silencio en uno de sus álbumes. John Cage dijo que se lo habían copiado de su propia pieza silente de 4'33" de duración. The Planets respondieron que no se especificaba cuales 60 segundos de los 273 eran los que habían sido robados.
Un director de cine francés tuvo que pagar 1.300 dólares debido a que un personaje de su película silbaba el himno comunista "La Internacional" sin los debidos permisos.
Después de que Intel fuera denunciado por libelo al haber llamado a alguien "extorsionador de las patentes", uno de sus abogados acuñó el término "troll de las patentes".
La World Wrestling Federation cambió su nombre a World Wrestling Entertainment después de que el World Wildlife Fund hiciera valer sus derechos sobre las siglas "WWF".
La empresa Hooters denunció a una empresa competidora por robo de su "atuendo comercial", es decir, el atuendo de sus camareras.
El editor de Super Hero Happy Hour tuvo que eliminar la palbra "Super" del título de su comic después de que Marvel y DC Comics avisaran que ellos son propietarios de la frase "super héroe y de todas sus variantes".
El 42% de todos los vídeos que se comparten en internet tienen contenido pornográfico. Aún no ha habido ninguna denuncia en EE.UU. por compartir porno.
El pasado año, Disney y otras empresas multimedia denunciaron a dos pequeñas tiendas de Los Angeles por vender 15 piñatas con los personajes de Winnie the Pooh, Los Increíbles y Nemo.
La Rock and Roll Hall of Fame denunció a varios periodistas por haber creado un sitio web y llamarlo “The Jewish Rock and Roll Hall of Fame”. Cambiaron su nombre a Jewsrock.org.
Después de que Rosa Parks denunciara a OutKast por haber usado el nombre de ella en el título de una canción, el grupo y su sello llegaron al acuerdo de pagar para que se hiciera un disco de tributo y un especial de televisión sobre Parks.
Los juicios sobre patentes actualmente son más del doble de las que había en 1992.
Rentamark.com se gana la vida reclamando la propiedad de 10.000 frases, por ejemplo “chutzpah”, “casual Fridays”, “.com”, “fraud investigation” o “big breasts”.
Martin Luther King Jr. cobra 50 dólares a los autores universitarios por cada palabra que impriman del discurso "I Have a Dream”.
Los Village People rechazaron que sus canciones fueran utilizadas en un documental llamado Gay Sex in the ’70s porque querían ser vistos como pertenencientes a una corriente mayoritaria.
Traducción del artículo Intellectual Property Run Amok
Bruce Schneier escribe en Wired un artículo titulado "Porqué la Minería de Datos no acabará con el Terrorismo", en el que trata el problema que apareció en Estados Unidos a raiz de los atentados del 11 de Septiembre.
En su afán por prevenir futuros ataques terroristas, el gobierno estadounidense planteó seriamente la posibilidad de usar la minería de datos de forma masiva, recolectando toda la información posible sobre cada ciudadano, y pasando esa información por sistemas informáticos mastodónticos con el fin de extraer patrones que pudieran indicar la existencia de un complot terrorista.
La intención del gobierno de George W Bush fué tan firme, que en noviembre de 2002 puso en marcha un programa de minería masiva de datos llamado Total Information Awareness, que levantó tantas denuncias a nivel nacional, que el Congreso tuvo que clausurarlo diez meses después, en septiembre de 2003.
En la primera parte del artículo, Schneier relata los hechos y cómo ese apestado programa no sólo no desapareció, sino que cambió de nombre y pasó a depender del Departamento de Defensa, haciendo hincapié en la existencia, en mayo de 2004, de hasta 122 programas federales (PDF) de minería de datos en funcionamiento.
En la segunda parte del artículo, el autor se pone manos a la obra y explica porqué los sistemas de minería de datos, aunque son recursos válidos en estadística, no lo son para perseguir los complots terroristas. Esta segunda parte es la que he traducido al castellano y es la que a continuación os presento en un intento de mostrar cómo la ceguera hace que sean utilizadas herramientas útiles de forma completamente errónea y absurda.
El Data Mining no acabará con el Terrorismo.[...] La Minería de Datos (Data Mining) es como buscar una aguja en un pajar. En los Estados Unidos hay 900 millones de tarjetas de crédito en circulación. De acuerdo con el documento del FTC "Identity Theft Survey Report" (Informe de la Inspección de Robo de Identidades) de septiembre de 2003, alrededor de un 1% de tarjetas (unos 10 millones) son robadas y usadas de forma fraudulenta cada año.
Sin embargo, cuando se trata del terrorismo, existen billones de conexiones entre personas y eventos -cosas a las que los sistemas de minería de datos tienen que prestar atención- y muy pocos complots. Esta escasez hace que sean inútiles hasta los sistemas más exactos de identificación.
Prestemos atención a algunas cifras. Seamos optimistas y supongamos que el sistema tiene un ratio de falsos positivos (cuando el sistema identifica un complot terrorista que realmente no lo es) de uno entre 100 (un 99 por ciento de aciertos). Supongamos que hay un billón de indicadores susceptibles de ser examinados: esto significa unos 10 eventos -correos electrónicos, llamadas telefónicas, compras, destinos en internet, etc.- por persona y día en Estados Unidos. Supongamos también que 10 de esas personas están implicadas en actividades terroristas.
Este sistema, aún siendo excesivamente exacto, generará mil millones de falsos positivos por cada complot real que sea descubierto. Cada día de cada año, la policía tendrá que investigar 27 millones de posibles complots para encontrar únicamente un complot terrorista real al mes. Si aumentamos la exactitud hasta un absurdo 99,9999 por ciento de aciertos, todavía se están produciendo 2.750 falsas alarmas al día -pero esto haría que aumentaran los falsos negativos (cuando el sistema obvia un complot verdadero) dejando sin descubrir alguno de esos 10 complots verdaderos-.
Esto no es nuevo. En estadística se llama "la falacia del ratio base" ("base rate fallacy") y también se aplica en otras situaciones. Por ejemplo, incluso las pruebas médicas más exactas son inútiles como herramientas de diagóstico si la incidencia de la enfermedad es escasa en relación con la población total. También los ataques terroristas son escasos, cualquier "sistema de pruebas" tendrá como resultado una cadena sin fin de falsas alarmas.
Esto es exactamente lo que observamos con el programa de escuchas de la NSA: el New York Times informaba que los equipos informáticos escupían miles de pistas al mes. Cada una de ellas resultó ser una falsa alarma.
Y el coste es enorme, no sólo por el número de agentes del FBI dando vueltas siguiendo pistas falsas en vez de estar haciendo cosas que realmente nos proporcionen más seguridad, sino también por la pérdida de libertades civiles. Las libertades fundamentales que hacen que nuestro pais sea la envidia en el mundo son algo valioso y no algo que debamos deshechar de forma ligera.
La minería de datos puede funcionar. Es válida para que Visa reduzca los costes de los fraudes en las tarjetas de crédito, igual que sirve para que Amazon me avise de libros que podría querer comprar o para que Google me muestre publicidad de productos que me puedan interesar. Pero esas son situaciones donde el coste de un falso positivo es bajo (una llamada telefónica de un operario de Visa o un anuncio sin interés para mí) en sistemas que son válidos incluso si tienen un alto número de falsos negativos.
Buscar complots terroristas no es un problema válido para usar la minería de datos. Es un problema del tipo aguja-en-un-pajar, y echar más paja en el montón no va a facilitar el problema. Sería mucho mejor poner personas a investigar posibles complots y a dirigir los equipos informáticos, que poner a los equipos informáticos a hacer el trabajo, dejándolos que decidan quiénes deben ser investigados.