Lejos del estereotipo de personas introvertidas, aisladas y exclusivamente obsesionadas con la programación y la seguridad informática, muchos hackers toman consciencia de las dimensiones políticas del código que escriben y se lanzan para amplificar sus efectos políticos. Surge así el hacktivismo, ese híbrido entre hacking y activismo, un polémico espacio de intervención política y tácticas de subversión digital cuyos orígenes recientes se remontan al netstrike, el ciberzapatismo y la reacción de algunos miembros de Cult of the Death Cow a los defacement y ataques DoS contra la infraestructura comunicativa de países en vías de desarrollo.
Oxblood Rufin, miembro veterano de Cult of the Death Cow [4] o cDc (mítico colectivo de hackers asentado en Tejas) y fundador de hacktivismo.com, nos recordaba hace poco [5] cómo su compañero Omega usó por primera vez la palabra hacktivismo en 1996 para referirse al "hacking con objetivos políticos". Pronto la definición tomó un cariz más concreto y el propio Oxblood asumió la tarea de "usar la tecnología para mejorar los derechos humanos a través de medios electrónicos". Así nació el site hacktivismo.com y el proyecto Camera/Shy, una herramienta de esteganografía al alcance de cualquiera. Más tarde surgiría el sistema Six/Four : un proxy contra la censura que permite establecer comunicaciones seguras y anónimas entre dos máquinas vía protocolo ssl. El objetivo de estas dos herramientas es ofrecer oportunidades para la libertad de expresión en países con regímenes totalitarios. Sin embargo esta definición y práctica del hacktivismo surgió después de una larga discusión que enfrento a diversos hackers políticos entorno a las diferentes formas de entender las alianzas entre el hacking y la política. Para entenderlas tenemos que remontarnos a las montañas de Chiapas...
Pronto surgiría el ciberzapatismo [8] : una forma de "disturbio electrónico" en la red. El Critical Art Ensemble (CAE o Conjunto de Arte Crítico [9]) llevaba algunos año experimentando en las interfaces entre la literatura ciberpunk los nuevos medios electrónicos y la política antagonista. En 1998 Ricardo Dominguez y otros miembros del CAE decidieron crear una herramienta de activismo lowtech. El Zapatistas Flood Net era un pequeño programa en javascript que repetía 3 veces por segundo la petición de página al servidor objetivo de la protesta. Para el participante en este acto de "desobediencia civil electrónica" [10] bastaba con dejar abierta la ventana de su navegador y sentarse a ver. 80.000 personas participaron en esta manifestación virtual y el servidor que alojaba la página web de entonces presidente de Méjico cayó. Acciones parecidas se coordinaron también gracias a los electrohippies [11].
La propuesta original de apoyar a los zapatistas con acciones de desobediencia civil electrónica vino de un grupo de hacktivistas italianos (el Anonymous Digital Coalition) que años antes, en 1994, estrenaron el modelo de acción política Netstrike [12] (manifestación virtual) consiguiendo tumbar varios servidores web franceses en protesta por las pruebas nucleares en Mururoa. Las reacciones gubernamentales tardaron cierto tiempo pero llegaron con virulencia. El pentágono acusó al CAE de ciberterrorismo [13] y desarrolló un programa que tumbaba el sistema operativo de los ciberzapatistas mientras que el gobierno italiano secuestró el servidor que alojaba netstrike.it en el 2001 [14] y detuvo a 42 hacktivistas en el 2002 por su vinculación con el netstrike e indymedia.org.
Documento original 'Hacktivismo I : Desde Mururoa a Chiapas' publicado en Suburbia por EVhAck (CC by-sa)
escrito por Carpanta en Agosto 9, 2006 11:56 AM