Hoy, 23 de abril, se celebra el Día del Libro, rememorando el mismo día del año 1616, cuando fallecieron William Shakespeare y Miguel de Cervantes.
Las bibliotecas de toda España han elegido esta fecha para protestar contra la directiva europea que obliga a compensar a los autores por el préstamos que hacen las bibliotecas de sus obras. Aunque esa medida ya se lleva aplicando un tiempo en paises como Finlandia, Reino Unido y Dinamarca, el sector bibliotecario español lo ve como un desastroso ataque a la cultura.
Según cálculos realizados, de los 24 millones de euros anuales que se dedican en las bibliotecas públicas españolas a la adquisición de fondos, más de la mitad estarían destinados al pago de dicha compensación.
En España las bibliotecas públicas tienen menos de un libro por habitante (Finlandia, 8 por habitante) y gastan 3,64 euros per cápita (Finlandia, 42; 13,35 euros la media europea).
Los colectivos y profesionales que están apoyando las protestas solicitan a la Administración que exima del pago a aquellas entidades sin fines lucrativos e instituciones de carácter cultural y científico.
Los manifiestos en contra de dicha medida los han firmado escritores como Juan Marsé o Rosa Regás, recalcando el papel que las bibliotecas públicas tienen de acceso libre y democrático a la cultura, asi como su utilización por parte de las editoriales para la presentación y propaganda gratuíta de sus novedades.
Cuando una biblioteca compra un libro, no solo abona los correspondientes derechos de autor, sino que además invierte espacio, tiempo y recursos en catalogar, preparar para el préstamo y almacenar ese libro, convirtiéndose, de este modo, en la mejor aliada de autores y editores. Exigirles a las bibliotecas que paguen un canon por prestar los libros es, más que un disparate, una indecencia.